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Supera tus complejos, sin complicaciones

Muy útil resultará para quienes se interesen en profundizar sobre la realidad personal conocer algo sobre los complejos y las inhibiciones que entorpecen con frecuencia el libre desempeño de la personalidad. 

Los complejos son estados inhibitorios producidos por la percepción en sí mismo de defectos, con frecuencia de tipo físico, que originan traumas psicológicos y pueden llegar a limitar o alterar la actuación de las personas, provocando conflictos de carácter social, moral  y hasta económico, lógica consecuencia de una deficiente conducta y actuación individual.

Los Complejos


Son seres acomplejados los que por poseer determinada deficiencia estructural o anatómica, se sienten a sí mismos relegados o creen verse disminuidos ante la presencia de los demás. Hombres de talla deficiente, mujeres de piel oscura u obesas, personas con problemas en la pronunciación (tartamudeo), voces atipladas y disonantes, personas con enfermedades visibles como por ejemplo celulitis, varices o acné, individuos vacilantes, nerviosos, que parecen estar ausentes cuando se les habla o contempla, personas estériles que no pueden tener hijos o con otras limitaciones naturales, pueden ser algunos de las innumerables víctimas de los complejos.

Las fobias y las filias


Se considera, psicológicamente, que no hay individuo que no posea algún tipo de complejo, ya sea revelado exteriormente por la conducta del sujeto o bien oculto en lo más íntimo de su ser.

Muchas de las fobias, esto es, de los temores que algunas personas experimentan en circunstancias determinadas, o de las filias, que son afectos inexplicables o atracción que ciertas personas sienten por objetos específicos, no son sino fruto de los complejos que dominan la personalidad.

Si bien, en ciertas personas estos complejos logran ser anulados, dominados o reprimidos, en otros su persistencia se acentúa con los años y, arraigados en el subconsciente, llegan a convertirse en un lastre fatal para el progreso individual, provocando a su vez el total fracaso de una existencia. 

Oscar Pfister, psicólogo austriaco experto en el tema, que estudió a fondo el deprimente accionar de los complejos en los seres humanos, habla de estas anormalidades que dan sentido fundamental al accionar de la vida de ciertos individuos. De acuerdo con sus apreciaciones, son individuos acomplejados todos aquellos que, por uno u otro motivo y sin causa aparente, realizan determinadas actos insólitos.

¿Quién no conoce a personas que tienen la costumbre de sumar las placas de los autos? ¿O de las casas que se van apareciendo ante su vista? ¿Quién no se ha sentido alguna vez incitado a caminar por una misma hilera de baldosas al atravesar una plaza? ¿Cuántas veces no nos hemos sentido extrañados por la exagerada atracción que los niños despiertan en determinadas personas, a menudo por un determinado niño, ya sea en su hogar, en un medio social o en la escuela? Y pare usted de contar personas que se llenan de ansiedad si no están realizando alguna actividad que les atrae, o distrae de los problemas, u otras cuyos defectos físicos visibles los hacen sentir inferiores y víctimas de las circunstancias.

Y, al lado de estos irrefrenables anhelos que determinadas personas sienten por ciertos actos, existen también los temores o miedos que reducen la conducta humana, sujetándola a actitudes deprimentes. Entre estos temores, o fobias, cabe mencionar el temor o miedo al agua, o la oscuridad, a permanecer sólo, a subir al ascensor, a viajar en avión, a comer determinados alimentos; y así muchos más que sería largo enumerar.

Complejos inhibitorios


Todas estas desviaciones, estas anormalidades, son producto de complejos que desde nuestros primeros años alteraron nuestra vida sensorial, ofreciéndonos un cuadro distorsionado de la realidad. Citaremos aquí un caso mencionado por Freud, el llamado padre del psicoanálisis, en una de sus obras. Se trata de un acto reprimido que, andando los años, llegó a transformarse en un típico complejo. 

“Una persona de edad avanzada se sentía nerviosa y alterada profundamente cada vez que servían la sopa en la mesa con un cucharón. Su desagrado era visible y nadie se explicaba el motivo de su extraña conducta. Cuando pequeño, su madre, al servir la sopa en la mesa y observar que el niño se portaba mal, lo amenazaba con pegarle con el cucharón. Esta amenaza subsistió como un acto reprimido en el niño. Al pasar los años, la sola vista del cucharón despertaba en él un complejo inhibitorio y alteraba en forma manifiesta su carácter"

Es evidente entonces, cómo es posible que pequeños hechos o circunstancias, que suelen pasar a veces inadvertidas, lleguen a crear en nosotros profundas alteraciones psicológicas, con su correspondiente secuela nerviosa para el mañana.

Muchos de los complejos que suelen coartar la libre expresión de las cualidades naturales de algunas personas, tienen como explicación insignificantes hechos que se enquistan y evolucionan gravitando más tarde en la vida subconsciente individual.

Las dos alternativas: 


Vamos a referirnos ahora a lo que acontece a una persona acomplejada. Se le presentan dos situaciones: 

Primera: el complejo domina a esta persona sujetándola durante toda su vida.

Segunda: la persona logra vencer su complejo y, desembarazada de éste, se sobrepone a su estado depresivo.

En el primer caso, sería necesario un proceso curativo de alto impacto tratando sutilmente a su subconsciente. Actualmente, entre otros, se utilizan procedimientos hipno terapéuticos a fin de liberarlo de ese complejo. Podría también esa persona desembarazarse a sí misma de su complejo empleando inteligentemente la autosugestión, de acuerdo con algunos métodos cómo las afirmaciones o la visualización positiva.

En el segundo caso, la persona ha conseguido vencer su complejo utilizando su fuerza de voluntad, entonces se abre ante su vista un grato y favorable porvenir, una vida de bienestar, reyos y  éxitos continuados ¡un despertar a la alegría!

Todas la personas que están dotadas de un complejo (anotamos dotadas a propósito, pues el complejo, puede convertirse en algunos casos en una condición positiva y exultante para quien la posee, que logrará elevarla a esferas que jamás imaginó) se ven libradas a dos destinos diametralmente opuestos.

Ejemplos de seres acomplejados del primer tipo tenemos millares. Son los seres atribulados, deprimidos, distorsionados psíquicamente, que jamás lograron arribar a nada. Su vida lamentable fue una tragedia y el fracaso, la ruina y el permanente tormento de sentirse marginados los hizo detestar la existencia y hasta buscar no vivirla.

Los otros, aquellos que lograron dominar sus complejos, fueron, generalmente, grandes y rotundos triunfadores. Vemos personas, que consideran que no fueron favorecidas por la apariencia física que desean, a quienes la naturaleza no brindó sus gala y halagos, luciendo brillantes cualidades espirituales, fino trato, conversación grata y sugerente, tocando maravillosamente al piano, diseñando y cociendo con admirable maestría, descollando en las más dispares actividades y negocios.

De allí que podamos afirmar que los complejos son factibles de convertirse en un factor de éxito. En efecto, merecen ser considerados como impulsos creadores, como alicientes favorables para quienes creen adolecer de visibles defectos físicos y que estimulados justamente por estos asumen el reto de superarlos convirtiéndose en triunfadores al lograr sus propósitos de vida. 

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Cómo vencer los complejos


Ya hemos manifestado al hacer las consideraciones generales sobre este tema el altísimo significado para la estructura integral de nuestra personalidad y, por ende, para alcanzar nuestro autocontrol mental y estimular nuestras cualidades positivas. 

El medio más útil, la técnica más sencilla y al alcance de todos que recomiendo para cuantos se sientan acomplejados, cuya deficiencia o defecto no puede ser tratada o eliminada por procedimientos normales, es emplear tarjetas con sugestiones y proceder, cada noche, a escribir la consabida frase que habrá de operar sobre nuestro subconsciente mientras nos hallamos entregados al sueño y al descanso.

Recomiendo aquí, que las frases que vayamos escribiendo cada noche no mencionen jamás el defecto que deseamos erradicar de nuestra mente. Las frases deben ser siempre enjundiosas, positivas, jamás negativas. Por ejemplo: “Mi vida se encamina a un triunfo perfecto”, “Cada día subo más alto”, “Estoy llegando a la meta”, "Mi confianza crece día a día". Estas frases deben ser acompañadas con el “estado mental” respectivo, la imaginación del hecho, es decir con la imagen positiva del logro que deseamos en plena ejecución. 

Tales constituyen las fórmulas que nos pueden aproximar al éxito. La fortuna, el amor y todos los demás grandes halagos de la vida pueden estar al alcance de quienes saben controlar un complejo y hacer que este sirva para ascender en la descollante carrera que ha de conducirnos al triunfo final.

Grandes acomplejados 


Como ejemplos vivientes, ya que quienes entran en la historia no morirán jamás, podemos mencionar a Amiel, cuya inferioridad y timidez, solían dejarlo sin cenar, pues no se atrevía a decir, ante las demás personas que estaban en la mesa, que a él no le habían servido.

Agregaremos el caso de Mirabeau, el gran orador francés, pequeño, de talla insignificante, acomplejado por su rostro picado de viruela; Lord Byron, el gran poeta inglés autor de “Mazzeppo” y de “Child Harold”, que sufría de cojera deformante, valiente guerrero que perdió la vida luchando como un héroe por la independencia de Grecia, en Missolonghi. 

Y así, tantos otros que lograron dominar sus complejos, con lo cual alcanzaron niveles notables en la vida pública, en la política, la economía, las artes o las letras.

Otras consideraciones


Insistiremos, en primer término, que aquellas personas que sufren de complejos suelen paradójicamente desarrollar (movidas por una posición familiar o social que les parece deprimente) virtudes o cualidades excepcionales que le deparan un éxito total.

Las personas que no se sienten acomplejadas actúan en la vida diaria sin mayores temores ni vacilaciones. En cambio, aquellos que adolecen de complejos precisan desarrollar condiciones superiores con las cuales persiguen mitigar o sustituir tales defectos.

No es extraño encontrar personas de notable belleza natural pero de escasa mentalidad y conversación fatigosa cuando no insulza. En cambio, ¿qué ocurre con la persona que no recibió las dotes de belleza que la otra ostenta? Pues, se siente marginada del entorno social, retraída en su diaria convivencia familiar; no obstante, andando los años, descubre que la única forma que tiene de lograr el favor, la simpatía y la admiración de los demás es cultivando alguna condición que la eleve por sobre las que han sido beneficiadas por la hermosura física.

¿Se preguntaron alguna vez por qué personas aparentemente sin mucha gracia natural, y hasta con notorios defectos físicos, resultan atractivas? La razón es ésta: su aparente anatomía visible no agraciada desaparece porque hay en ellos una enorme belleza espiritual y moral.

Es preciso, entonces, convencerse de que no despierta interés y simpatía sino aquello que está hecho de buena, fuerte y noble pasta. Todo lo que hagamos por ser mejores redundará en nuestro beneficio y el de los demás.

Es necesario también considerar el aspecto exterior. La higiene del cuerpo y la pulcritud en el vestir es fundamental. Todo esto demuestra que una persona es respetuosa de sí misma y del prójimo. La desprolijidad y la suciedad ofenden a quienes tratamos y producen antipatía. 

Manual de superación personal


Supongamos que una persona con complejo de timidez ha llegado a vencer en principio sus limitaciones; él se siente seguro de los conocimientos adquiridos, no duda de su propio valor y tiene grandes deseos de triunfar en la vida. Sin embargo, ha llegado el momento de probarse él mismo si todo lo aprendido le va a servir para solucionar su timidez en sociedad, para ganar la simpatía de los demás. Veamos que debe hacer: 

"... cuando asista a un evento o reunión, no debe tratar de hablar o intervenir en seguida para demostrar sus conocimientos e impresionar a los demás con sus logros. Debe mostrar discreción y terciar en la conversación en el momento oportuno o cuando se reclame su opinión. Entonces deberá hacerse notar, desarrollando con naturalidad su punto de vista, sin demostrar superioridad, sin querer parecer un profesor.

Lo van a escuchar con atención porque habla bien de lo que sabe. Además, debe hablar con sencillez y modestia, es decir, sin dársela de sabio y sin querer pisotear a nadie. 

Debe mostrarse tal cual es. No intentar parecerse a nadie. No tener ninguna vergüenza en admitir lo que no le gusta, que no toma licor, por ejemplo, y pedir una bebida de frutas. No sentirse humillado por no jugar a las cartas porque no le agrada, y sobre todo no jugar por imitación. Es decir, hay que hacer con sencillez aquello por lo que se siente placer o gusto..." 

Se debe hacer un elogio cuando se siente realmente la necesidad, pero no se debe halagar para quedar bien o para conseguir beneficios. Esto se adivina y suele disgustar a la persona que lo recibe. 

Sonreír para granjearse adhesión y simpatía es una actitud casi servil. La gentileza se puede mostrar en un gesto, un saludo, una atención. Reiteramos: sencillez, naturalidad, discreción. En otras palabras, mostrar siempre una auténtica y real personalidad.

1 comentario:

Gracias por participar en esta aventura,