Cómo vencer el sufrimiento

Pasar de la motivación al desgano, de la acción a la pasividad, de la fuerza a la debilidad o de la esperanza a la decepción, en lapsos de tiempo muy cortos, suele ser frecuente e incontrolable para algunas personas. 

¿Te has preguntado sobre tus eventuales cambios de humor y de ánimo que sufres en el día a día? 

Te invito a ver el artículo hasta el final y encontrarás la forma más sencilla de cómo puedes solucionar esta situación.

La alteración de nuestra actitud suele ser producto del impacto de los problemas cotidianos que enfrentamos. Es muy fácil reconocer los cambios en nuestro comportamiento y actitud; no obstante, es común ignorar como se relacionan con los estados de ánimo y porqué limita nuestra capacidad de reaccionar en forma positiva.

La necesidad, la enfermedad, la mala alimentación, la pobreza, las pruebas dolorosas, las pérdidas (materiales o de seres queridos), entre otras calamidades, propician sentimientos y emociones que causan sufrimiento y alteran nuestra energía vital.

Esto ocurre porque la tristeza y la impotencia ante las dificultades se convierten en el centro de nuestros pensamientos y no encontrar soluciones da lugar a otras emociones como la ira, odio, rencor, dudas, ansiedad, inseguridad, celos, furia, miedo, resentimiento, …, que van consumiendo nuestra energía. Las consecuencias de estas fuertes emociones son precisamente la debilidad, el desgano, la confusión o la decepción que llevan al derrumbe, al aislamiento, el sedentarismo, la pasividad o la victimización; incluso a actuaciones erráticas en forma consciente.

El plano del sufrimiento es la ociosidad.

¿Por qué has de llorar? El más grande maestro de la Era de Piscis nos enseñó que las lágrimas no pueden conquistar el sufrimiento.

No hay poder en la tristeza para rehacer un corazón despedazado por cualquier causa o pérdida. El sublime maestro nos enseñó que sólo la serenidad que provee la aceptación y la satisfacción del servicio puede enfrentar y vencer el ataque despiadado de las emociones y sentimientos que conducen al sufrimiento y agotan nuestra energía vital.

El alma ocupada nunca puede sufrir, no tiene tiempo para sufrir. Cuando el sufrimiento viene en tropel al corazón, simplemente debemos olvidarnos de nosotros mismos y hacer una obra de amor. Sumergirnos profundamente en el servicio y el sacrificio para alentar a otras personas y nuestro sufrimiento desaparece.

¿Es esto muy difícil? No, el mundo está hambriento de amor. La verdadera lucha es vencer al ego carnal, la naturaleza materialista de nuestras percepciones.

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Dejad pues que el pasado se vaya con el pasado, y escala por encima de las preocupaciones de las cosas carnales y entrega tu sufrimiento en ayuda por los vivos y lo alejarás de ti.

Si pierdes tu vida sirviendo a la vida seguramente la encontrarás de nuevo en el sol de la mañana, en el rocío de la noche, en el canto de las aves, en las estrellas del cielo. 

Con el pasar del tiempo tus problemas del plano terrenal estarán solucionados, y cuando las sumas de tus obras estén hechas será un placer sin límites para ti entrar en planos más amplios de servicio y solucionar problemas más grandes en los planos del alma.

Trata pues de estar contento y un día, cuando estés preparado y hayas también superado los problemas del plano del alma, se te ofrecerán regalos más valiosos que el oro o las piedras preciosas. 

Los regalos de amor, sabiduría y fortaleza solo los puedes encontrar en una íntima comunión con los atributos del santo aliento, el espíritu absoluto, y esto se logra cultivando la pureza y el servicio. 

Mientras, la vida te cuidará, te llenará de la energía vital que dan los atributos del espíritu y te proveerá de lo necesario para todas tus necesidades. No debes preocuparte, tu deidad es energía amorosa e infinita y te acompañará en todos tus caminos.