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Conductas inducidas desde el entorno


Una personalidad inducida


Las costumbres y aptitudes desarrolladas desde nuestra infancia por creencias, culturas e idiosincrasia de los pueblos definen gran parte de nuestra personalidad, que evoluciona según interactuamos con otras personas y vamos adquiriendo mayor experiencia y conocimiento.


Cada día los atributos personales se enfrentan con tendencias que alteran o modifican los pensamientos y emociones, cambiando nuestro punto de vista y decisiones. La globalización, el desarrollo que trae la tecnología, la transculturización, las luchas por el poder o la imposición de ciertos estilos de vida arrastran a las personas a comportamientos específicos, en muchos casos alejados de sus deseos o necesidades básicas. 

No comprender esta realidad en su justa dimensión puede llevar a un colapso interno, personal o grupal, y a la pérdida de identidad, generando incertidumbre, agotamiento, reducción de confianza, alienación, entre otros problemas. Esto ocurre porque nuestros deseos personales elementales como la salud, la armonía o el bienestar suelen estar en dirección contraria a los intereses o nuevas tendencias que se manejan en el mundo actual.  

Algunos ejemplos sencillos pueden aclarar un poco el asunto:

- Desde la infancia, tenemos costumbres alimentarias que aprendemos en casa y en nuestra cultura local, que influyen en nuestra forma de comer y en cómo nos relacionamos. Por ejemplo, en algunas culturas, compartir una comida en familia es fundamental, mientras que, en otras, la comida rápida y la individualidad son más comunes. Enfrentar cambios en estos aspectos afectan nuestra personalidad y valores en torno a la forma de alimentarnos.

- El idioma que aprendemos desde pequeños y las formas de comunicación que utilizamos influyen en cómo nos relacionamos con los demás. Alguien que crece en un entorno multilingüe puede desarrollar habilidades de adaptación y empatía hacia diferentes culturas, mientras que alguien que solo habla un idioma puede tener una perspectiva más limitada. Las exigencias contemporáneas respecto al idioma cambian nuestra percepción y da ventajas competitivas a unos más que a otros.

- Las creencias religiosas y espirituales que se inculcan desde la infancia afectan profundamente nuestra personalidad y valores. Una familia religiosa tiene una fuerte ética basada en principios religiosos y al enfrentarse a un entorno secular tendrá que compartir más en valores humanistas y éticos.

- Las actitudes hacia el trabajo, el éxito y la ambición también se desarrollan desde temprana edad. En algunas culturas se valora mucho el trabajo duro y la perseverancia para alcanzar el éxito, mientras que, en otras, se prioriza más el equilibrio entre la vida laboral y personal. Es logico que los cambios de entorno profesional o empresarial afecten nuestra personalidad y cómo nos relacionamos con nuestras metas y logros.

- La globalización ha llevado a una mayor interconexión entre naciones. Algunas personas pueden sentir una tensión entre su identidad nacional y las influencias globales. Por ejemplo, un individuo puede luchar por mantener sus tradiciones culturales locales mientras se enfrenta a la influencia de la cultura global a través de la tecnología y los medios de comunicación.

- Las costumbres y creencias culturales influyen en los estilos. Por ejemplo, en algunas culturas orientales se valora la humildad y la escucha activa como rasgos de un buen líder, mientras que, en otras culturas occidentales, la toma de decisiones rápida y la asertividad pueden ser más apreciadas.

- Los valores compartidos con los que se interactúa en el trabajo también afectan la personalidad de un individuo. Por ejemplo, si una empresa valora la sostenibilidad y la responsabilidad social, un líder ético deberá alinear sus decisiones con esos valores, incluso si eso significa tomar decisiones más difíciles a corto plazo.

Nuestra identidad y valores personales influyen en cómo tomamos decisiones. Una persona que valora la empatía y la inclusión puede tomar decisiones que consideren el bienestar de todos, mientras que otro más orientado a resultados puede priorizar decisiones basadas en métricas y objetivos.

En resumen, nuestras costumbres, aptitudes y valores inculcados desde la infancia interactúan día a día con las tendencias globales y experiencias a lo largo de nuestra vida, dando forma a la personalidad y perspectiva en un mundo cada vez más interconectado socialmente. La pregunta necesaria ¿Es esto bueno, malo o simplemente normal?

En medio del panorama actual es fundamental reconocer el alcance del impacto del cambio y si el mismo nos perjudica recordar que siempre hay luz al final del túnel. 

Barreras y limitaciones


Muchas de las vivencias y experiencia que compartimos inevitablemente forjan nuevos hábitos y conductas, de acuerdo con creencias, costumbres y cultura de nuestro entorno cercano. No son necesariamente malas en su esencia, son habituales en nosotros por el tipo de experiencias vividas, y según los hechos reaccionaremos con confianza o rechazo ante eventos similares.

En la actualidad los pueblos se enfrentan con nuevas ideologías, desarrollo tecnológico, culturas desconocidas, globalización, guerras por el poder, generando cambios personales impredecibles. El poder, en todas sus formas (económico, político, militar, comunicacional, tecnológico, entre otros), es uno de los enemigos mentales más comunes. Controlado muchas veces por egos evidentemente desmesurados y organizados en grandes e implacables corporaciones o gobiernos, buscan inducir conductas, controlar nuestros pensamientos y conducirnos a actuar de acuerdo con sus desbordados intereses.

Las contradicciones en la realidad elemental que sentimos, por imposiciones contrarias a nuestras creencias, más que otorgar respuestas a nuestras necesidades del día a día crean desesperanza y más preguntas que soluciones. La habitual incertidumbre somete a los individuos a un estado mental atribulado, en el cual pueden llegar a sentirse insignificantes e incapaces por no encontrar explicación a lo esencial: la sencillez de la vida en sí misma.

Las personas se sienten condicionadas al alterarse su cultura, sus creencias, su conducta, sus decisiones, su actuación o sus valores, convirtiéndose en marionetas de las circunstancias. Esto las aleja de sus principios naturales y actúan conducidos por una dinámica artificial, contraria a sus intereses, controlada, provocada, inducida y conformista.

Las consecuencias en las sociedades pueden llegar a ser notables en los más necesitados y/o menos protegidos. En casos severos nos encontramos con personas, grupos o entornos afectados en algunos de los elementos de su cuadro sistémico:

- Pierden su capacidad para actuar, moverse, construir cosas. La percepción de ausencia de soluciones y propósitos afecta el plano físico del ser, ya que atraen la enfermedad, la fatiga, el desgano, la victimización, la inercia, el vicio. 

- Viven en un mar de incertidumbre y dudas. Las personas se llenan de desconfianza e inseguridad por el impacto abrupto de la realidad caótica en sus cualidades mentales, reduciendo su capacidad de reacción y control de su estado emocional. El enfrentarse a la inducción sistemática de información orientada a la sumisión, contrarias a sus ideales naturales de libertad, da lugar a emociones negativas como ira, odio, violencia, ansiedad, inseguridad, celos, envidia, furia, miedo, resentimiento. El resultado final se traduce en personas con depresión, falta de deseo y enfoque para lograr cosas y trabajar por el éxito personal. La realidad adulterada limita las oportunidades para aprender, desarrollar el talento, la búsqueda del bienestar, la libertad, la paz y el poder individual.

- Debilitan sus valores e identidad espiritual. La presión dogmática social estimula la culpa interior y los tormentos del karma, generando un estado de debilidad y dependencia ante las perversiones y el error. El efecto suele ser que las personas se sienten minimizadas en sus atributos espirituales, su fe en sí mismos y su capacidad sensorial. 

Los estados de credulidad negativos son inducidos a través de los torbellinos informativos, impuestos o no, con mensajes contradictorios y confusos. En todos los casos la realidad que se percibe deteriora las relaciones entre las personas, se impone la competencia por la fama, el dinero o el poder a cualquier costo y se debilitan valores como la pureza, la hermandad y el amor. 

La discusión ideológica enfrenta unos contra otros y deteriora las relaciones personales, sociales y de trabajo. La destrucción de valores aleja de la paz, el bienestar y el poder individual.

Las personas y los pueblos no tienen tiempo para descansar, día a día luchan para satisfacer sus necesidades en entornos de pobreza, inseguridad, miseria, deterioro familiar y social, ausencia de oportunidades, dudas, miedo, confusión, entre otros aspectos. Es muy fácil darse cuenta de que ese entorno superficial es inducido, controlado, creado sutilmente para reducir en forma sistemática las capacidades personales y sociales para la libertad y el crecimiento. 

Como es lógico, las sociedades manifiestan aislamiento, sedentarismo, pobreza, inseguridad, miseria, desplazamiento o migración, deterioro familiar y social, ausencia de oportunidades, dudas, miedo, etc.... 

Y, esa es la realidad que se percibe, una realidad desalentadora y esclavizante.

No obstante, en medio del caos de ese entorno desafiante existen personas que trabajan para fomentar la igualdad, la justicia y el amor. Estos héroes silenciosos desarrollan herramientas para enfrentar y superar circunstancias internas y externas adversas, promoviendo el crecimiento personal y el éxito en diferentes aspectos.

Buscando soluciones


Esperar pacientemente que desde los centros del poder salgan automáticamente iniciativas con auténticas soluciones es un error habitual. Casi nadie hará nada gratis por los demás. 

La falta de iniciativa crea una especie de inercia, en la que las personas tienden a llenarse de unas sospechosas esperanzas y fe, también inducidas, como un estado de victimización. Creer que las cosas cambiarán y las buenas nuevas se presentarán automáticamente, sin hacer nada, es solo una muestra más de la ingenuidad inducida con fines de alienar a personas y grandes grupos sociales. 

La sabiduría cotidiana nos recuerda a diario que ‘el secreto de lograr cosas está en nuestro interior y solo nosotros podemos activarlo’.

Nuestro deber es entender como ese entorno transforma y forja progresivamente una personalidad artificial, que no es la tuya, casi sin darte cuenta, creando en ti complejos y limitaciones que afectan tu empeño en el día a día. 

Debes luchar contra esas barreras impuestas y recuperar tu poder y capacidades personales, para sobresalir en forma exitosa a esos ambientes hostiles de inducción negativa sistemática. Esa será tu prioridad para lograr la libertad de tus decisiones y escapar de esa atmosfera esclavizante.

Ruta para el cambio


Tú tienes un potencial único y valioso que merece ser desarrollado. A través del reconocimiento y la autenticidad, es posible encontrar el camino hacia tu realización y contribuir positivamente a la sociedad. Juntos, podemos transformar el entorno, inspirar a otros y construir un futuro más esperanzador y lleno de posibilidades.

El video siguiente te mostrará la ruta más fácil para cambiar tu mentalidad respecto al impacto del entorno en tu personalidad:

Video:


El autoconcepto, te llevará a explorar tu fuerza interior. Conocerás cómo enfrentar y superar el conflicto inducido, para aumentar tus posibilidades de éxito en escenarios personales complejos y otras situaciones en los cuales se requiera voluntad para luchar contra el fracaso.

Existen técnicas muy sencillas que conducen a recuperar tu energía y controlar tu salud, a vencer el miedo y los complejos, mejorar tus relaciones, autocontrol emocional, fortalecer tu magnetismo personal y desarrollar la intuición y el poder sensorial.

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La resiliencia y la determinación pueden ser tus aliadas más poderosas para enfrentar los desafíos del entorno y crecer a partir de ellos. Puedes cultivar la autoestima, la empatía y la solidaridad con los demás, para construir un mundo más justo y equitativo.

Un camino liberador que abre las puertas a tu recuperación, a una nueva existencia de logros, llena de éxitos materiales y espirituales. Con la voluntad y las cualidades para enfrentar tus retos personales.

¡Siempre hay oportunidades para crecer y brillar, incluso en medio de la oscuridad inducida!

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