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Entrena tu mente para tomar decisiones

Cuántas veces nos hemos arrepentido por dejar pasar la oportunidad de una excelente oferta, no realizar ese viaje deseado o perder una oportunidad de ascenso por callar en el momento menos indicado, todo por miedo a tomar una decisión.

Enfrentarse a la toma de decisiones tiene consecuencias, tal vez por eso puede ser difícil y genera estrés o ansiedad. Por ello, es importante recordar que no siempre tomaremos la mejor decisión, pero cada elección nos da la oportunidad de aprender y crecer, y nos irá entrenando para el futuro. Pero, el presente es hoy y hay que decidir.

Tomar decisiones ayuda a desarrollar habilidades de liderazgo, resolución de problemas, pensamiento crítico, elegir libremente y crear cosas. Por tanto, es un proceso que impacta nuestra personalidad de forma progresiva y positiva.


Tomar decisiones


El desarrollo de esta habilidad se basa, tradicionalmente, en la aplicación de procesos estandarizados, debidamente probados, que son bastante conocidos y que garantizan resultados aceptables en la mayoría de los casos. Estos factores, que abordaremos más adelante, suelen facilitar mucho las cosas, pero ante la diversidad de escenarios que requieren una solución correcta y oportuna se pueden utilizar recursos adicionales que impulsen la decisión, y para los que simplemente hay que entrenar la mente.

Tanto en las decisiones personales cómo las profesionales, no siempre se cuenta con todos los elementos teóricos para decidir. En esos casos los atributos empíricos pueden hacer la diferencia.

El concepto tradicional para tomar decisiones


La mayoría de los procesos para tomar decisiones incorporan lo siguiente:
  • Identificar el problema: Antes de tomar una decisión, es importante entender el problema y los objetivos que se quieren lograr.
  • Analizar las opciones: Una vez que se ha identificado el problema, se analizan las diferentes opciones y se evalúan sus pros y contras.
  • Tomar en cuenta las consecuencias: Cada decisión tiene consecuencias, por lo que es importante considerar los riesgos antes de seguir adelante.
  • Buscar información: Para tomar una decisión acertada, es importante conocer todos los detalles relevantes que hagan a la decisión confiable.
  • Pedir opinión: A veces, pedir la opinión de otras personas permite valorar otros puntos de vista que ayudan a tomar una decisión más consistente y objetiva.
  • Practicar: Como cualquier habilidad, tomar decisiones se puede mejorar con la práctica y la experiencia.

En resumen, para tomar decisiones, de acuerdo con estos fundamentos teóricos, es importante una visión sistémica del problema y estar bien documentado para evitar errores. Además, la práctica hace el maestro.

¿Qué falta aquí? Faltas tú, tu estado mental, tus atributos personales también condicionan la toma de decisiones. Los expertos presumen que las mejores decisiones se toman en estados de control, en calma y tranquilidad. 

Sin embargo, en la medida que la elección de opciones es más complicada y perentoria se requiere firmeza, seguridad, confianza, voluntad para tomar la decisión, y ese pequeño detalle es el que vamos a tratar de incorporar al proceso tradicional de manera muy sencilla.

Proceso de toma de decisiones
Proceso de toma de decisiones


¿Qué papel tiene la personalidad del individuo en la toma de decisiones?


La forma en que una persona procesa la información, su nivel de confianza y su tolerancia al riesgo pueden influir en cómo elige la opción y ruta correcta a seguir.

Por ejemplo, las personas que son más impulsivas pueden tomar decisiones más rápidas y arriesgadas, mientras que las personas más reflexivas pueden tomar decisiones más lentas y cautelosas. Las personas más extrovertidas pueden tomar decisiones en función de su intuición y experiencia, mientras que las personas más introvertidas pueden basar sus decisiones en información detallada y análisis rigurosos.

El tipo de personalidad también puede influir en la forma en que las personas manejan el estrés y la presión al tomar decisiones. Algunas personas pueden ser más propensas a tomar decisiones impulsivas bajo estrés, mientras que otras pueden ser más propensas a retrasar la toma de decisiones.

Todo ello implica, que la mente debe estar entrenada para manejar o evitar los diversos efectos que puede generar el proceso de análisis previo a decidir.

Entrenar tu mente para tomar decisiones


Al igual que cualquier otro órgano de nuestro cuerpo, la mente requiere entrenamiento para moderar la gran cantidad de información que procesa, entre ellos el evento de decidir. El conocimiento, el talento, la experiencia y la inteligencia son importante pero no suficientes, de allí que perdamos tantas oportunidades.

En primer lugar, haremos un necesario ejercicio de reflexión, para aprender a liberarse de la presión del punto de vista:

Tus decisiones pueden incorporar ideas de los demás para explorar la mejor opción, pero no deben estar condicionados por ellas. Hay que decir no al qué dirán.

Gran parte de lo que percibimos cómo malo viene exclusivamente de la manera en que tomamos las cosas, es decir de nuestro punto de vista, el cual es absolutamente diferente al punto de vista de otros. En ese contexto, una percepción de las cosas cómo algo negativo puede modificarse y transformarse en una percepción positiva, por el simple hecho de proyectar de antemano lo que va a pasar en una situación u otra. Es decir, el análisis de los escenarios futuros puede cambiar nuestro punto de vista y viceversa.

Este análisis conduce a una mente serena y en armonía, con un concepto claro de la cualidad de aceptación del riesgo. 

Es más fácil tomar decisiones tomándolo todo de forma positiva. Esta actitud permite recibir de forma sistemática información de los eventos proyectados en el futuro, es casi mágico. Para ello también debes tener la mente serena, apta para recibir los beneplácitos de esos resultados proyectados, incluso si no son perfectos.

Lo segundo, es crear ciertos hábitos sencillos de actuación diaria, imprescindibles para educar tu voluntad dando confianza y firmeza a tu carácter:
  • Crea el hábito de reaccionar de manera positiva y con cierto afán de lucha frente a las amenazas y los problemas.
  • Desarrolla el hábito de siempre tener un objetivo independientemente de lo que te suceda.
  • Persigue siempre tu objetivo, para ello adopta una actitud positiva y combativa en todas las circunstancias de tu vida cotidiana y también en tu imaginación.
  • Imagina que actúas siempre de forma inteligente para resolver un problema o alcanzar una meta.
  • Visualiza que reaccionas a las amenazas, no escapando o evitándolas, sino enfrentándose a ellas y combatiendo con firmeza e inteligencia.
Este comportamiento a diario abrirá tu pensamiento a la forma de enfrentar diferentes eventos, te dará cierto poder interior, educarás y fortalecerás tu voluntad de manera consciente y obtendrás un canal ineludible a la intuición, que es otro atributo vital para impulsar tus decisiones.

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No debes olvidar que la toma de decisiones consciente de resultados que afectan a otras personas en forma negativa propicia pensamientos de culpabilidad, que estimulan los tormentos del karma por nuestra falta de compasión. En ese aspecto los fines de la decisión, aunque tenga buenos resultados, traerá confusión y eventuales consecuencias fisiológicas inesperadas. Además, ¿Quién sabe lo que depara el futuro de nuestras relaciones personales?

Por ello, todas tus decisiones deben incorporar el logro de las metas definidas dentro de un marco ético de valores personales, con la mejor disposición de apoyo y bienestar para todos.

Bajo estos aspectos es un hecho la satisfacción y bienestar por el logro, tal como está establecido en las leyes de fraternidad de toda la vida humana, desde su creación.

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