Entender claramente la funcionalidad de nuestra energía vital nos da la capacidad de controlar y liderar sutilmente nuestra vida y la forma de relacionarnos correctamente con el principio energético del Universo.
Es bastante conocido que nuestra estructura funcional está compuesta por elementos con diferentes niveles de energía: físico, mental (emocional) y espiritual. Cada uno de estos elementos, el visible (material) y los no visibles (mental y espiritual), manifiestan de una forma específica esa energía, que combinadas entre sí permiten actuar en forma apropiada el día a día.
Lo que tal vez no esté tan claro para todos es que esa energía tiende a ir del elemento físico de menor energía a los otros elementos no visibles de mayor energía, y viceversa. Ignorar este aspecto esencial suele limitar a las personas de utilizar y sacar el mayor provecho de las manifestaciones de esa energía en las diferentes áreas relacionadas de la vida cotidiana, donde pueden enfocar su mejor esfuerzo energético, incrementando notablemente sus posibilidades de lograr cosas y por supuesto el éxito y bienestar personal.
Cada elemento del ser implica, de acuerdo a la manera como se manifiesta esa energía, un mundo de posibilidades en nuestro desempeño individual. Detrás de ello está la base para la comprensión de nuestra actuación, evolución y desarrollo como personas, y nuestras posibilidades reales de influenciar en forma positiva en esta vida.
Tu capacidad de decidir, elegir y actuar correctamente depende de cómo combinas los diferentes elementos que componen tu personalidad como sistema. Por ello, para entender claramente tus posibilidades debes conocer esa estructura personal sistémica, es decir tu flujo energético en los diferentes elementos del ser, y cómo relacionas los atributos personales asociados a cada plano con las oportunidades y riesgos que debes enfrentar día a día en tu entorno.
Esta área del conocimiento es bastante amplia, sin embargo, me limitaré a lo esencial, que consiste en identificar los atributos básicos que expresan esa energía en cada plano del ser y cómo se manifiestan sus beneficios, a los efectos que el lector comprenda que al cultivar esos atributos activa los mecanismos para 'lograr cosas' en su vida cotidiana.
Planos energéticos del Ser
Cada uno de los planos del ser tiene una expresión de la energía que generan sus condiciones internas: el físico cuya base es el movimiento de los corpúsculos de la materia y su energía; el mental que se origina en la actividad del pensamiento con los estados mentales y el espiritual cuyo fundamento está basado en la manifestación del poder de los atributos de la consciencia, siendo la evidencia más notable de este último elemento en los hombres los valores que propician el dominio del su ego inferior, es decir el control de las ilusiones y emociones que deterioran las capacidades divinas del ser humano y lo conducen al error.
Los expertos catalogan los elementos del ser como diferentes estados en una misma escala energética evolutiva, cuya variación secuencial de uno a otro es inherente al cambio de grados vibratorios. Es decir, todos son fundamentalmente lo mismo y tienen un origen común en la composición infinita del Universo, dentro del cual existen, siendo la diferencia entre ellos sólo cuestión de gradación e intensidad vibratoria. Y, tengamos claro un asunto, vibración se manifiesta en acción y en poder.
Nos interesa poder identificar, con fines netamente de estudio, los diferentes atributos del ser que existen en cada uno de los planos, y como se manifiesta su forma específica de energía.
El Plano Físico, se refiere a las cosas, fuerzas y manifestaciones del cuerpo físico. Incluye las formas de la materia y de la energía, en la cual la materia no es más que una forma de energía que se expresa en los seres humanos a través del movimiento y el crecimiento, entre otros aspectos. Un elemento físico en excelentes condiciones manifiesta fuerza, salud, destreza, habilidad y capacidad de trabajo.
En ese contexto, los atributos mínimos que garantizan la expresión satisfactoria de las condiciones del elemento físico son, fundamentalmente, una buena higiene de vida, dieta equilibrada, y ejercicios prácticos y energéticos.
Incluye en su expresión satisfactoria el éxito, el talento, la fama, las relaciones, la influencia personal, entre otras.
Los atributos mínimos que garantizan esa expresión satisfactoria del elemento mental son, en primer término, las cualidades positivas; es decir confianza, seguridad, voluntad, actitud, auto control, entre otras. En un segundo término debemos considerar la capacidad de equilibrio relacional en la interacción con el ambiente circundante controlado y las respuestas a nuestras percepciones respecto a dicho entorno.
En ese contexto, es necesario indicar que la filosofía desde hace muchos años se ha adelantado a la ciencia moderna, al afirmar que toda manifestación de pensamiento, emoción, razón, voluntad, deseo o cualquier otro actividad mental va acompañada por vibraciones que se propagan en diferentes direcciones afectando tanto al cuerpo físico que las emite como a otros cuerpos en su espacio de influencia, ya que dependiendo de su nivel de energía pueden ser proyectadas al exterior e impactar la mente de otros, así meramente por inducción. Incluso, ya comienza a aceptarse que la mente, fuente de nuestros sentimientos, deseos y emociones, es el campo de unión y ‘lucha’ entre los diferentes egos; el ego inferior asociado al cuerpo físico y el ego superior del espíritu, las expresiones cotidianas del mal frente al bien en la búsqueda de una evolución personal superior. Este aspecto es fundamental para comprender el ambiente relacional entre el plano mental y el plano espiritual.
La proyección mental del pensamiento explicaría algunos fenómenos como la influencia personal, la sugestión, la simpatía y otros efectos del poder del pensamiento, que se estudian hoy en día, cuya teoría ya es prácticamente de dominio público. Pero ese es otro asunto, que requiere un artículo especial para su explicación.
Del Plano Espiritual, es poco lo que podemos decir sin entrar en el terreno atribuido a la especulación. ¿Cómo podríamos explicar los atributos de esos elevados estados del ser, de la vida y de la mentalidad a unas mentes que aún hoy en día ni siquiera se conocen bien a sí mismas? Es muy complicado explicar al ser humano promedio lo que nunca ha percibido a través de sus sentidos, ya que la experiencia pone límites a la imaginación.
La actuación en el plano espiritual es de intercambio de pura energía entre los atributos no visibles del ser, tan superior a lo utilizado comúnmente por el hombre en su cotidianidad que éste ni siquiera sabe que dispone de esas capacidades, y menos aún se esfuerza por conocerlas. Cuando estos atributos se manifiestan de alguna manera, por actuación de elementos de su energía enfocada consciente o inconscientemente, suelen catalogarlos de hechos milagrosos. No obstante, la operación de algunos atributos que se maneja en la opinión cotidiana serán importantes conocer, en función de ir aprendiendo y dar una idea de cómo se manifiestan nuestras posibilidades en el elemento espiritual.
Se trata, por supuesto, del plano de la consciencia y los valores del ser. Su elemento dinámico o de actuación más conocido es el poder divino basado en la fe; es decir creer, saber y agradecer sin ver. Está caracterizado por el dominio de las cualidades del ego superior sobre el ego inferior, que va generando la limpieza del espíritu. Requiere para su máxima expresión los sutiles atributos de pureza, rectitud, justicia, piedad, clemencia, poder; inconcebibles algunas veces de lograr para el hombre común. La palabra “divino” es la única de las conocidas por el hombre que les podría aplicar.
Un elemento espiritual en excelentes condiciones, saturado de los atributos mencionados, manifiesta amor infinito, servicio, fraternidad, misericordia y verdad. La forma más sencilla de acceder y potenciar estos atributos es entender el sentido espiritual de la vida, contenido en las enseñanzas y prácticas de los grandes maestros.
Es saludable entender, para el que lee entre líneas, que la estrecha relación entre los atributos del ser en cada elemento de los planos da a las personas el equilibrio necesario para disponer de una gran fortaleza personal y propicia el vivir en su propio entorno de logros, paz y bienestar. Por ello, nuestro objetivo siempre debe comenzar por conocernos a nosotros mismos, para comprender cómo se establece y complementa la relación entre los flujos de energía de estos elementos con las capacidades y cualidades que conducen al logro de nuestros propósitos y metas.
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¿Cómo potenciar nuestra capacidad energética en cada elemento del Ser?
Voy a concluir recordando, en forma resumida, dónde debe enfocarse nuestra atención, a los efectos de potenciar nuestro cuadro energético sistémico y lograr un estado de gran fortaleza, equilibrio, alegría y bienestar. No obstante, es recomendable profundizar en esos secretos para propiciar relaciones correctas con nosotros mismos, y así establecer una forma de vida orientada permanentemente al logro de tus propósitos y deseos personales.
La energía vital que nos provee el Universo nunca se agota, es eterna; sin embargo, es un hecho cierto que ésta puede variar en nosotros e influir en nuestra capacidad de acción, por ello es conveniente atraerla, cargarnos de energía, no malgastarla y utilizarla correctamente. Esto lo podemos entender de manera muy sencilla, ya que eventualmente nos sentimos radiantes y cargados de energía y en otras ocasiones nos sentimos con fatiga, cansancio y poca disposición para hacer cosas.
La energía que perdemos tarda en recuperarse de forma automática, por acción natural, la opción que nos queda es recargarnos de energía, pero normalmente no sabemos cómo hacerlo. Por ello es importante también conocer las fuentes de desperdicio, a los efectos de controlar las pérdidas de energía.
En el Plano Físico, las fuentes de desperdicio frecuentes son la fatiga, la enfermedad, la prisa, la mala alimentación, las pruebas de la vida (accidentes, desastres naturales o humanos…). Muchos de estos aspectos, con excepción de los que ocurren de forma imprevista, pueden ser observados y controlados por nosotros.
Así mismo, la recuperación de energía vital en el plano físico depende de factores externos basados en principios de la vida cotidiana. Conviene pues aplicar consejos concretos relativos a tu estilo de vida, e incluirlos en la propia forma de administrar tu rutina diaria. Para ello solo necesitamos un poco de disciplina, vigilancia y control. No olvidar: Higiene de vida, dieta equilibrada y prácticas energéticas.
En el Plano Mental es preciso también evitar pérdidas innecesarias de energía vital, que en este caso son causadas frecuentemente y de manera determinante por las emociones negativas: envidia, ira, odio, violencia, ansiedad, inseguridad, celos, furia, miedo… Si algunas pérdidas son inevitables (Vivir que requiere una considerable energía, los duelos, separaciones, sufrimientos por cualquier causa natural o humana), las demás causas son fácilmente observables y evitables. Está en nosotros conseguirlo, es una decisión personal.
Si ya practicas con regularidad ejercicios de relajación y respiración, estarás más apto para evitar las pérdidas de energía mediante el control y mitigación de esas emociones negativas. No obstante, potenciar nuestras cualidades positivas es la solución definitiva, porque cambia en forma automática nuestras percepciones mentales, emocionales y sentimientos respecto al entorno.
Una mente repleta de cualidades positivas como la confianza, seguridad, auto control, valor, aceptación y desapego está propensa a manifestar alegría, armonía, paz, y preparada para explotar en su mayor nivel el talento y la creatividad que impulsan al éxito personal.
Los métodos más comunes para transmutar cualidades negativas en positivas son los ejercicios que impactan la memoria subconsciente, tales como visualizaciones, mantras, autosugestión, etc. Las técnicas de alineación de propósitos entre áreas de interés son muy útiles, e incluyen la formación de hábitos y estilos de vida saludables, que conducen a una gran fortaleza y equilibrio interior para enfrentar percepciones no adecuadas sobre entornos caóticos, hostiles o esclavizantes.
En el Plano Espiritual, la mayor fuente de desperdicio es el pecado. Éste, estimula los tormentos del karma y la culpabilidad interior, debido al reconocimiento consciente de errores cometidos y acciones o actuaciones en las cuales no mostramos compasión con nosotros mismos, con los demás y con las leyes naturales, en cualquier aspecto. Es un hecho que un espíritu fortalecido en la fe, la rectitud y la pureza está blindado contra las trampas del ego inferior, y las tentaciones del pecado a nuestras debilidades internas.
La base para lograr un estado de fortaleza interior está en la paz y armonía del espíritu, cuya base, de acuerdo con mi experiencia, consiste en entender el sentido espiritual de las enseñanzas de los grandes maestros, respecto a la unidad de la vida, la fraternidad universal y los retos de nuestra evolución espiritual para retornar de nuevo al origen divino. Un espíritu hinchado de sinceridad, justicia, fe, filantropía, heroísmo y pureza está dotado de los elementos esenciales para ser el asiento del amor universal, que manifiesta limpiamente la energía que provee la misericordia y el servicio al prójimo, y consecuentemente a la unidad de la vida.
No olvidar, pues, fortalecer los atributos del espíritu mediante la fe (poder), la búsqueda de la verdad (sabiduría) y preparar un cuerpo puro para que pueda ser el asiento del amor de Dios (El Cristo).
"Cuando miras el mundo con Amor, él mismo te separa sabiamente las cosas buenas y malas de la vida, y entonces entenderás lo maravilloso que es la Creación" ApriesT
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