Hablar de éxito y felicidad suele regularmente ahuyentar al lector por ser un tema asociado a fines comerciales; no obstante, prometo que, en este caso, al menos en la mayor parte, tendrá una orientación más terapéutica, por así decirlo. Hablaremos de lograr tus metas y de planes asociados a tipos de personalidad más que de lograr fama y dinero, aun cuando una cosa puede llevar a la otra.
Lograr el estado mental propicio para establecer una ruta que te impulse a lograr tus propósitos es relativamente sencillo hoy en día. Muchas personas enseñan actualmente a hacerlo sin muchos problemas, y existe también suficiente información en las redes sociales que nos orientan al respecto.
Lo que tal vez no es tan fácil es disponer del entusiasmo y la perseverancia para emprender un plan y ejecutarlo exitosamente hasta el final, y además obtener los resultados que nos den el éxito y la felicidad esperada. Es decir, establecer una ruta inequívoca y mantener un estado mental proactivo de principio a fin.
Muchas veces tomamos la iniciativa adecuada con una gran energía, pero ésta se disipa eventualmente, y aunque nuestros deseos están intactos nuestra energía no los acompaña ¿Por qué nos pasa esto? ¿Por qué regularmente es imposible mantener la acción y la motivación para lograr metas, que de acuerdo con nuestra percepción anhelamos y estamos dispuestos a luchar por ellas?
Por otro lado, y en mi apreciación mucho más lamentable, es el hecho palpable de que logremos completar nuestros planes y objetivos, alcanzamos la meta planificada; pero ¡sorpresa! el éxito alcanzado no llena nuestras expectativas de felicidad y bienestar. Llegar a la tan anhelada meta no logra generar en nosotros la satisfacción que nuestra percepción del éxito había anticipado.
Estos hechos, muy desagradables, suelen ser más frecuentes de lo que creemos y, muchas veces, aprendemos demasiado tarde las causas y consecuencias.
Lo que me ha enseñado la experiencia es que somos un sistema físico, mental y espiritual, y cada uno de los componentes de ese sistema debe estar en equilibrio y alineado con nuestros propósitos y metas si queremos sacar lo mejor de ellos. Debemos, pues, conocer cómo funciona todo nuestro engranaje sistémico, y verificar si realmente está alineado ‘libremente’ con nuestros deseos.
Podría confundir al lector que resalté la palabra ‘libremente’, en alusión al comportamiento de nuestro ser como sistema, pero lo hago a propósito. Lo que ocurre es que nuestras cualidades naturales suelen ser ‘alteradas’ por las impresiones y condiciones (percepciones) del entorno, modificando nuestro punto de vista; es decir, pueden ser impactadas por lo que percibimos a través de nuestros sentidos, y eventualmente nuestra reacción de atracción o rechazo al estimulo de esta percepción externa es lo que define nuestros deseos y comportamiento.
Los eventos, propios o ajenos, que nos dan satisfacción, alegría, bienestar nos atraen; en tanto evitamos los que creemos nos harán sentir sufrimiento, dolor, temor y miedo. Y, esto define un comportamiento y punto de vista ‘inducidos’, así por asociación, por comparación con nuestras experiencias o por repetición.
Es lógico pensar que las actividades y los estados que nos generan satisfacción, alegría, bienestar, se convertirán en nuestras prioridades, y tal vez constituyan o definan la base de nuestros sueños, propósitos y metas para triunfar en la vida.
Pero, si las acciones y estados mentales que aportan un punto de vista en nosotros son ‘inducidos’ desde el entorno, es decir tienen un origen externo, cabe entonces preguntarse ¿Estarán alineados a nuestras destrezas físicas, a nuestras cualidades mentales o a nuestros atributos espirituales? Y, he allí el dilema a resolver. Los deseos inducidos, por la interacción social, o por la potente maquinaria comunicacional y de intereses específicos, suelen crear un estado de credulidad en las personas, que entonces actúan creyendo elegir libremente sus actos cuando en realidad sus deseos y actuación obedecen a la percepción de patrones, muchos de ellos hábilmente diseñados para generar atención, deseo y conductas inherentes a supuestos intereses (sutilmente, así por sugestión).
En muchas ocasiones, estas percepciones quedan fuertemente ancladas, llegando a convertirse en creencias, y en el caso que nos ocupa, incluso estableciendo límites y orientación específica a nuestras decisiones, o confundiendo nuestra capacidad para elegir libremente y canalizar en forma congruente nuestras ideas con nuestros deseos, el logro de los propósitos y metas que nos conduzcan al equilibrio, la paz y el bienestar que deseamos.
Por ello, en este punto, la pregunta que debes hacerte es ¿Cómo es tu disposición para actuar? ¿Actúas libremente? Y, en la medida que nos percatamos en detalle de la situación, surgen más y más preguntas.
Para dar respuesta a estas preguntas, se requiere de una iniciativa estructurada de recuperación del control de tu engranaje sistémico, que te debe permitir, si es necesario, establecer en una primera etapa el origen de tus pensamientos e identificar y eliminar posibles barreras ‘inducidas’ que podrían estar alterando la claridad de tus decisiones. Una vez realizada esta primera etapa podrás establecer en una segunda fase los ejercicios prácticos orientados al logro de tus deseos personales, pero ahora alineados cómodamente a una personalidad que si es la tuya, libre de interferencias del entorno. Es totalmente factible, es una capacidad inherente a tu origen humano y divino.
Lograrlo, como ya he mencionado requiere una visión sistémica de ti mismo. El primer objetivo es la fascinante aventura de conocerte a ti mismo.

Saber quién eres realmente implica realizar un pequeño viaje a tu pasado, por tus vivencias, es como un repaso silencioso de tu historia para establecer cómo las
circunstancias te afectan o te han afectado, cómo se originó en ti esa personalidad ‘impuesta’ que sabotea tus decisiones y cuál es el impacto de la experiencia en tus cualidades personales.
Por eso, debes garantizar que este proceso de meditación y análisis te lleve a pasearte por cada uno de esos periodos importantes de tu vida, analizarlos y obtener al menos una respuesta a los siguientes aspectos:
- Tu punto de vista respecto a ti. ¿Quién eres? ¿Cómo te impacta el entorno, la vida, el ambiente, y qué factores definen tu personalidad? ¿Eliges libremente? ¿Te sientes suficiente? ¿Qué factores de tu memoria, educación, cultura o creencias alteran tus decisiones y capacidad de elegir?
- Tu disposición para actuar en diferentes escenarios. ¿Actúas e impulsas el movimiento, o te conducen a hacerlo? ¿Sientes miedo y culpabilidad respecto a otros? ¿Cuán prisionero estás de las acciones en las cuales crees que no has mostrado mucha compasión?
- Tu instinto natural de crecimiento y creatividad. ¿Dónde te ha conducido la experiencia? ¿Cuáles son tus cualidades positivas y negativas? ¿Reconoces y separas tus defectos y virtudes, lo que es bueno de lo que no lo es?
- Tu disposición para cambiar. ¿Reaccionas apropiadamente ante la incertidumbre cuando es necesario? ¿Evalúas los riesgos y los enfrentas con valentía?
Este contexto es fundamental en cualquier iniciativa de transformación
interior, porque además te permitirá reconocer si estás dispuesto a emprender
un cambio en tu forma de vida, si es necesario.
En una segunda etapa, deberás impactar sutilmente cada uno de los elementos que te definen como sistema: físico (movimiento, energía, salud), mental (pensamiento, sentimientos, cualidades) y espiritual (valores, atributos del Ser, poder), cada uno de los cuales al estar en actividad y alineados entre sí, manifiesta resultados superiores equivalentes de acuerdo con el plano.
En esta etapa tú interés es impactar las áreas de tu personalidad que no están en equilibrio y alineadas con tus metas, utilizando técnicas sencillas de transformación y cambio interior, para recuperar tu energía, establecer tu personalidad deseada, y los atributos no visibles que te permitan alcanzar una mentalidad de salud, talento y espiritualidad genial. Cabe recordar las sabias palabras del más grande maestro “Al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”
- Para el plano físico debes estimular una buena higiene de vida que te permita atraer la energía del Universo a tu cuerpo, y sustituir o eliminar los torrentes energéticos negativos del entorno, para estimular tu salud e impulsar el movimiento y la acción.
- En el plano mental es clave un proceso de transmutación de cualidades personales, de negativas a positivas, para lograr atributos y estados mentales de confianza, seguridad, autocontrol, entre otras. También debes propiciar el poder del deseo y la voluntad para estimular tu capacidad de generación y crear eventos positivos. La actitud y el magnetismo deben ser cualidades básicas a desarrollar en tu personalidad para mejorar tus relaciones personales y lograr todos tus deseos.
- En el plano espiritual, debes tomar conciencia de la hermandad de la vida como un Todo, comprendiendo la importancia del servicio y la misericordia como atributos divinos, solo posibles a través de la pureza en la vida y la rectitud, que da paso a la sensibilidad intuitiva para comunión con la fuerza, la sabiduría y el amor cósmico. Desarrollar tu sensibilidad intuitiva te acercará también a lo extrasensorial y milagroso.
Son estos conceptos, infalibles, los que te recomiendo incluir en tu plan personal para construir y alinear tu vida al éxito y la felicidad. ¡Y lo mejor, como ya debes saber, puedes hacerlo tú mismo! Tienes toda la vida para ello, no importa en qué momento estés, son procesos inherentes a tu cotidianidad y tu existencia.
Cuando reconoces que el éxito + la felicidad son una forma de vida, tendrás toda la motivación y disposición para lograrlo. Conocerte interiormente y diseñar tu propio sistema permanente de exaltación personal, sin intermediarios, estimula además tu entusiasmo, alegría, armonía, confianza, seguridad y pasión, que te conducen a una vida plena, al triunfo absoluto, independientemente de cómo lo interpretes… Inténtalo, este plan o falla.
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Todo un proceso emocionante, paso a paso, para crear tu plan de transformación personal y lograr tus metas, al alcance de tu mano.
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