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El retorno al origen de la verdad

Cuando tratamos de establecer cuál es la verdad en la vida, desde un punto de vista de nuestra realidad material, es frecuente basar nuestras conclusiones sólo en lo que observamos y en nuestras vivencias. 

Es, pues, bastante lógico que eventualmente nos engañemos de forma inconsciente, pues nuestra percepción de las cosas genera, invariablemente, puntos de vista diversos sobre lo que es o puede ser la verdad, ya que la experiencia material conduce a conceptos en exceso relativos y cambiantes.



Cada persona, en su individualidad, percibe su verdad de acuerdo con sus creencias y experiencias. Si observas con atención te darás cuenta de que esta verdad puede evolucionar y cambiar en la mente de las personas. En la medida que las personas toman consciencia, perciben y reconocen aspectos de la vida como verdaderos, su percepción de la verdad puede cambiar, se transmuta o simplemente evoluciona. 

Si, amigo, la verdad se transforma en los hombres en la medida que evoluciona su consciencia sobre las cosas.

Cada ser humano define una verdad de acuerdo con sus experiencias de la vida que lleva y con la visión de su realidad y sus circunstancias, entorno personal, social, de su país, del mundo o del Universo.

No obstante, es curioso y revelador el enfoque que asumen los iniciados y estudiosos del conocimiento sobre la verdad. Para ellos esa evolución del pensamiento llevará a los hombres a tener una percepción de la realidad y reconocerla como un atributo que evoluciona en la medida que se aproxima a un supuesto despertar.

Entender esto requiere un pequeño análisis desde el punto de vista del plano no visible, entendido éste como la forma en que las personas perciben el plano de lo infinito, en el cual el concepto de la verdad sufre un cambio significativo.

En el plano espiritual, de las cosas no manifestadas, lo real es lo que nunca cambia, y esto es la verdad. ¡Lo que está liberado del plano temporal y nunca termina...!

De acuerdo con este enfoque, en todo lugar del Universo hay dos (2) cosas: verdad y falsedad. Verdad es lo que es real, falsedad es lo que parece ser.

La verdad es lo imperecedero, es lo que existe, es algo real que no cambia nunca y no tiene causa; pero es, no obstante, la causa de todo.

Por otro lado, la falsedad es nada, y sin embargo es la manifestación de algo; es decir su origen está en ese algo real, en la verdad.

¿Por qué desde un punto de vista espiritual lo manifestado, que es llamado falsedad, es nada? Pues, porque todo lo que tiene un origen y está en manifestación será deshecho, lo que ha tenido principio tiene que terminar. Lo que está en el plano del tiempo comienza, cumple su misión o propósito y termina, por eso es nada.

Todo lo que es visible al ojo humano es manifestación del algo y por lo mismo es nada, de modo que tiene que terminar. Aun cuando para nosotros podría significar que existe y que es real, visto desde el plano espiritual, en el cual el tiempo no existe, va a terminar y por tanto es nada. 

Lo que vemos en el plano material de la vida humana no es más que el reflejo que aparece mientras los éteres de la vida espiritual vibran de cierta manera, y cuando las condiciones son alteradas desaparece.

Por tanto, sólo el santo aliento es la verdad. Es la energía eterna. Es lo que fue, lo que es y lo que será siempre. No puede ni cambiar ni terminar.

El hombre, el ser humano vivo, es una mezcla extraña de verdad y falsedad. Es aliento hecho carne, de modo que verdad y falsedad están unidas en él. Y lucharán entre ellas hasta que la nada (ilusión, materia temporal) desaparezca y el principio espiritual del hombre retorne a su origen en el santo aliento.

El hombre espíritu (la deidad), es un pensamiento del origen Creador. Los pensamientos de Dios (Llámalo como quieras según tus creencias) son infinitos, no se miden en el plano del tiempo porque todo lo que se mantiene en el plano del tiempo tiene principio y por lo tanto tendrá fin.

Por ello, cuando te levantas por encima de las cosas carnales y te acercas al plano del alma, conectas con el amor, la sabiduría y el poder del Santo Aliento; das un gran paso en la evolución de tu ser individual y pones un infinitesimal granito de arena al retorno del hombre, la deidad, a su origen de perfección y comunión con el Altísimo.

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