Éste es un pequeño extracto de las enseñanzas sobre el arte de la salud que el gran sabio hindú Udraka, dio al más grande maestro de la Era de Piscis:
"Las leyes de la naturaleza son para vivir en salud, de manera que quien vive de acuerdo con ellas nunca enferma. La transgresión de estas leyes es el pecado (el pecado es actuar contrario a las leyes de la naturaleza y causa desequilibrio interior), quien peca enferma....
Quien obedece las leyes mantiene un equilibrio en todas sus partes, asegurando así verdadera armonía. Y la salud es armonía como la enfermedad es discordancia.
Todo lo que restaura la armonía en todas las partes del hombre es medicina, y asegura la salud.
El cuerpo es como un clavicordio. Cuando las cuerdas se relajan o se templan demasiado el instrumento sale fuera de tono, de la misma manera cuando el cuerpo pierde armonía el hombre enferma.
Todo lo que restaura la armonía en todas las partes del hombre es medicina, y asegura la salud.
El cuerpo es como un clavicordio. Cuando las cuerdas se relajan o se templan demasiado el instrumento sale fuera de tono, de la misma manera cuando el cuerpo pierde armonía el hombre enferma.
El secreto más milenario para vivir en salud comienza por entender el uso de las aguas, de las plantas y de la tierra, del calor y el frío, el brillo solar y la sombra, de la luz y la oscuridad. Los elementos están disponibles para utilizarlos en equilibrio.
Todo en la naturaleza ha sido hecho para satisfacer las necesidades del hombre. De ahí que todo se encuentre en los arcanos medicinales.
Y cuando el clavicordio humano está fuera de sintonización, puede buscarse el remedio en toda la vasta amplitud de la naturaleza, para cada una de las dolencias de la carne existe una curación.
Desde luego, la voluntad del hombre es el supremo remedio. Por el ejercicio constante de la voluntad, el hombre puede templar la cuerda que está relajada y la nota que está demasiado baja, o relajar la cuerda que esté templada o la nota que está demasiado alta, y así, por acto de su voluntad, puede curarse a sí mismo. Para ello solo debe manifestar su deseo interior.
Cuando el hombre alcanza el nivel en el que tiene fe en el poder Creador, en la naturaleza y en sí mismo, llega a obtener la palabra del poder. Entonces su palabra es bálsamo para toda herida, es curación para toda enfermedad.
El que cura es el hombre que llega a inspirar fe. La lengua puede hablar para que oiga el oído externo, pero para alcanzar a tocar el alma es preciso que el alma se hable a sí misma.
Está lleno de fuerza aquel cuya alma es amplia y puede entrar en armonía con otra alma, inspirando la esperanza a los desesperados y la fe a los que han perdido la confianza en Dios, en la naturaleza y en el hombre mismo.
Para aquellos que no salen del plano de la vida visible no hay bálsamo Universal. Pero, como existen mil cosas que ahuyentan la armonía, y por lo tanto enferman al hombre, existen mil cosas más que pueden dar el tono adecuado al clavicordio humano y curar.
Lo que es medicina para unos puede ser dañino para otro. Lo que a uno cura puede enfermar a otro. A uno puede curarlo una hierba, a otro un vaso de agua. La virtud de la mano o la respiración pueden curar a miles, pero es el amor el supremo sanador.
Muchas de las cuerdas rotas en la vida, y muchas de las aflicciones que torturan el alma, son producidas por espíritus malos (emisiones, pensamientos y energía negativa) del entorno, del aire, a los que el hombre no puede ver y que lo inducen, en su ignorancia, a violar las leyes de la naturaleza y de Dios.
Estos poderes actúan como demonios (emisiones negativas), hablan y hacen al hombre pedazos y lo lanzan a la desesperación..."
¡Y el Cristo de la Era de Piscis inclinó la cabeza en reconocimiento ante la sabiduría de esta alma maestra, y prosiguió su camino...! E.A.J.C.E.P
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