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No huyas de tu responsabilidad


Todo parece indicar, al menos en nuestra percepción, que tenemos que soportar un número cada vez mayor de responsabilidades. 

A veces parecen ser tan escarpadas y nos disgustan tanto que hacemos cualquier cosa por esquivarlas. Lo curioso es que, a menudo, evitar las obligaciones nos cuesta más esfuerzo físico y mental del que tendríamos que dedicar a cumplir con ellas, por ello, intentar escapar de las tareas podría traernos peores repercusiones que afrontarlas. 

¿Quieres Escapar de las responsabilidades?

¿Es conveniente evadir las responsabilidades? Puede que en el intento de huir de las responsabilidades pasemos por alto la gran responsabilidad que tenemos con nosotros mismos, la de mantenernos sanos

Al intentar eludir nuestras obligaciones invitamos de forma inconsciente a ciertas complicaciones físicas y emocionales. A veces, solemos escapar de algunas situaciones utilizando tranquilizantes, obviando que el efecto sedante del tranquilizante quizá alivie los problemas, pero no los cura. La cura realmente se esconde detrás de una disciplina mental que consiste en adaptarnos a la vida que llevamos, desarrollar un punto de vista más amplio y controlar mejor nuestros esquemas de pensamiento. Debemos madurar para poder hacer lo que es nuestra obligación y superar la tendencia a querer hacer solo lo que nos gusta y cuando nos apetece. 

Siempre cargaremos con alguna responsabilidad, de un tipo u otro, así que está fuera de toda cuestión el deshacerse de ellas. Debemos, más bien, trabajar en nuestra adaptación para cumplir con nuestras obligaciones. La vida estaría vacía sin responsabilidades y la mayor de todas ellas es la que tenemos hacia nosotros mismos: la de expresar la vida que hay en nuestro interior satisfaciendo la necesidad que ésta tiene de expandirse, a la vez que eso nos permite cumplir con las tareas que recaen sobre nosotros. Es en este momento en el que empezamos a crecer. 

¿Crees que es complicado? Pues, no es así. Veamos...

Cuando aprendas a deshacerte de todas las cargas y dejarlas en manos de la acción divina que hay dentro de ti, notarás que todo pasa a ocupar el lugar que le corresponde. Deja que los problemas se alejen de ti y date cuenta de que hay una energía más fuerte que tú y una presencia que habita en tu interior, que están dispuestas y deseosas de guiarte en cualquier dirección. En ese momento, la paz, la seguridad y la satisfacción acudirán a ti y experimentarás la alegría de haber cumplido bien. 

¿Cómo disciplinar nuestra mente para lograr un equilibrio aceptable respecto a nuestras tareas?... No te preocupes no es complicado....

Sabemos que la naturaleza misma, es decir nuestro origen divino, ya predispone en nosotros los equilibrios naturales que son requeridos para una existencia acertada; no obstante, debemos conscientemente integrar a nuestro ecosistema mental el programa adecuado para evitar la tendencia a hacer solo lo que nos gusta y cuando nos apetece. 

Para ello será necesario el pequeño ejercicio de consagración, que comienza con un estado aceptable de relajación, bajo el cual le diremos, convincentemente, a nuestro subconsciente:

"... En estos momentos me libero de toda idea de temor, duda o incertidumbre, sabiendo que la inteligencia infinita del espíritu que hay en mí sabe lo que hay que hacer y cómo hacerlo, y lo hace sin dificultad. Esa inteligencia guía todos mis pensamientos y mis acciones. Todo lo que haga me proporcionará alegría y prosperará. 

Cada encuentro con los demás será una bendición para todos. Las buenas acciones que se manifiestan en mi experiencia también son buenas para los demás. 

Al amar, sé que soy amado. Al dar, sé que la vida me devolverá. Al volver a lo divino que habita en mí, invito la presencia de Dios a darse a conocer a través de mí, mientras trae la felicidad a mi vida y a las vidas de los que me rodean. Descanso en mi fe y mi callada esperanza, y sé que, en cada situación en la que me encuentre, solo reinará la felicidad y la alegría... " 

¡Es realmente cautivador, ya lo verás...!


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