“El sol se alzaba sobre la Ciudad de Ayacucho, pero para Elías, era solo otra batalla que comenzaba. Desde su pequeño apartamento, veía el tráfico fluir como un río de metal y prisa, cada coche lucía como una cápsula de ambición y ansiedad. Elías era un hombre del montón, con un trabajo común y una vida que, al menos en la superficie, parecía tranquila. Pero por dentro, se sentía como si estuviera navegando un barco sin brújula en una tormenta constante.
Su sueño era sencillo: crear jardines urbanos que transformaran los espacios grises de la ciudad en oasis verdes. Había estado en la capital estudiando horticultura, había leído innumerables libros sobre permacultura y tenía un plan detallado. Pero cada vez que intentaba dar un paso, el caos de la Ciudad lo arrastraba.
Era un buen trabajador, su jefe le ofrecía un ascenso con un salario tentador, pero que lo ataría a un escritorio. Sus amigos le insistían en que invirtiera en el mercado online de criptomonedas, prometiéndole ganancias rápidas. Las redes sociales le bombardeaban con imágenes de vidas perfectas, viajes exóticos y logros espectaculares, haciendo que su sueño de jardines pareciera pequeño y fútil.
Más allá de su entorno, las noticias hablaban de violencia, globalización, guerras, pandemias, negocios, inflación, migraciones, pobreza, cambio climático, corrupción, transculturización, libertinaje, tecnología, avances científicos, deporte, música, entre otras tantas sutilezas de la realidad mundial.
"¿Qué es lo correcto?", se preguntaba Elías. La información estaba en todas partes, una avalancha que prometía atajos, soluciones mágicas y el éxito instantáneo. Era una cacofonía de voces que le decían cómo vivir, qué desear, cómo triunfar. La confusión se había convertido en su estado natural, en una zona de confort que, paradójicamente, lo mantenía estancado. Le resultaba más fácil seguir la corriente, aceptar el ascenso y la seguridad, que enfrentarse al incierto camino de su pasión.
Un día, mientras hojeaba un viejo manual de botánica, se topó con una frase de un antiguo jardinero: "Las raíces más fuertes se encuentran en la tierra más fértil, pero solo si el jardinero tiene el propósito de nutrirla". Esa simple verdad le golpeó con la fuerza de una revelación. Comprendió que su energía vital, esa chispa que lo impulsaba, se estaba agotando al reaccionar a las demandas externas, en lugar de nutrir su propio jardín interior. Estaba permitiendo que las convicciones ajenas, las luchas por el poder y la competencia sin sentido del mundo exterior, moldearan sus decisiones.
Fue entonces cuando tomó la decisión. No sería un cambio de rumbo violento, sino un ajuste sutil, una alineación de propósitos de vida. Rechazó el ascenso, se despidió de las redes sociales por un tiempo y, con el poco dinero que tenía ahorrado, alquiló un pequeño terreno abandonado en la azotea de un edificio. Empezó a trabajar, no por obligación, sino por convicción. La búsqueda del equilibrio entre su proyecto y la realidad del entorno reclamaba todo su enfoque.
Al principio fue difícil. La gente lo consideraba un excéntrico. Sus amigos se burlaban de él. Pero a medida que pasaban las semanas, el caos de Ayacucho empezó a desvanecerse en su mente. Mientras sus manos se ensuciaban con la tierra, mientras sentía el sol en su espalda y veía brotar las primeras semillas, algo dentro de él se tranquilizaba. El "ruido" de la ciudad ya no le afectaba. Su energía se fortalecía, alimentada por la certeza de que estaba construyendo algo único, propio de él, algo que resonaba con su esencia.
Elías comprendió que el Universo no era impasible; era la naturaleza misma. Y la naturaleza, como un jardín, requiere cuidado, paciencia y un propósito claro. Había encontrado la forma de navegar la tormenta: no luchando contra ella, sino construyendo su propia isla. Su ingenio, en lugar de ser un arma para la competencia, se había convertido en la herramienta para diseñar su propia realidad.
Con el tiempo, su pequeño jardín en la azotea se convirtió en un lugar de paz y belleza. Otros vecinos, atraídos por la serenidad del espacio, empezaron a acercarse, a preguntar, a ayudar. Elías, sin buscarlo, se convirtió en un mentor, un ejemplo de que es posible vivir en libertad, tomando decisiones correctas, no por miedo a la influencia externa, sino por la fuerza de un propósito interno. Su vida ya no era una batalla, sino una aventura fascinante. Había transformado su realidad en un mundo magnífico de poder, sabiduría y amor”.
Características del llamado del propósito
Tener acceso al nivel de comprensión de esas relaciones es tu objetivo, deberás reconocer cómo te afecta la realidad del mundo de hoy, lo que significa observar detenidamente factores que influyen en el origen de tus pensamientos y de tus acciones, reconociendo que tus decisiones están expuestas a ser alteradas por la dinámica cambiante y hostil, e identificar cuáles de esos factores dependen de tus propias experiencias y cuáles constituyen interferencias ‘inducidas’ que aceptas desde el entorno.
Deberás reconocerte a ti mismo cómo sistema, tu composición física, mental y espiritual dotada con todos los atributos naturales para lograr cosas, e identificar cómo tus cualidades personales interactúan en forma positiva con tus emociones.
Al interpretar todo ese engranaje sistémico podrás evaluar porque tus problemas y limitaciones pueden alternativamente tener un origen interno en tus pensamientos o externo en tus circunstancias, lo que te permitirá definir una estrategia correcta de actuación y decidir cómo debes enfrentar un cambio de rumbo o un nuevo estilo de vida, para superar en forma satisfactoria la realidad hostil y lograr tus propósitos.
Antes de tomar cualquier decisión es inevitable realizar un análisis personal, para saber cuán afectado estás. Ello lo lograrás al medir el nivel de equilibrio en las diferentes áreas de vida en las que te desenvuelves y el enfoque de tu energía productiva respecto a tus propósitos y metas.
Ello te llevará, finalmente, a la ejecución de un plan de vida. Tareas sencillas que se orientan a tomar el control de tu capacidad sistémica; recuperar tu energía, desarrollar nuevas cualidades y hábitos, y principalmente renovar tu punto de vista para enfrentar la influencia externa. Todo este proceso incluye la novedad de alinear en la transición tus propósitos y metas a una forma de vida flexible y equilibrada, capaz de desarrollarse en paz y libertad a pesar las poderosas interferencias causadas por la realidad del entorno.
Iniciar un proceso de cambio para enfrentar las limitaciones que impone la realidad es una aventura sorprendente, que pone en marcha, hasta los límites, la capacidad de tu ingenio y talento.